A diferencia de lo que algunas personas piensan, la limpieza del rostro es algo que se supone una persona debería realizar diariamente, sin importar si realizó alguna actividad física o no, si se maquillo o si ni siquiera salió de su casa en todo el día. No solo para lograr conseguir que su piel se encuentre libre de imperfecciones o que luzca hidratada, sino para que se encuentre realmente saludable.
La higiene es sumamente indispensable para lucir un rostro reluciente, joven, y sobretodo, saludable. Aunque claro que también existen otros factores que influyen en esto como lo son el ejercicio o deporte y sobretodo la alimentación, es muy importante cuidar la manera en la que nos alimentamos, pues esta se verá reflejada en nuestra piel, por ello debemos consumir frutas y verduras, así como tomar agua diariamente.
Una correcta higiene facial va a variar según el tipo de piel que tengamos: grasa, mixta, normal o seca. Tanto hombres como mujeres necesitan mantener su piel limpia, ya que esta puede llegar a albergar suciedad acumulada, toxinas, sudor o residuos de maquillaje. Este tipo de bacterias y microbios pueden almacenarse en la piel de rostro sin ser visibles y afectar la salud y apariencia de este.
La piel también necesita estar bien descansada, hidratada, mantener su pH balanceado, entre cientos de cosas más. Es importante que conozcamos lo que podemos hacer por el cuidado de nuestra piel sin necesidad de visitar a un especialista, como lavar nuestro rostro 2 veces por día: una por la mañana, para deshacernos de las toxinas acumuladas durante el sueño; otra por la noche, para eliminar todas las bacterias y residuos que se acumularon en el transcurso del día. Para asegurar una limpieza más profunda, cada cierto tiempo podemos recurrir a distintos tratamientos para lograrlo de forma segura. Estos tratamientos van desde faciales hasta procesos mucho más profundos para lograr conseguir la piel que deseamos.
La microdermoabrasión es un tratamiento estético que promete mejorar la apariencia de nuestro rostro. Este consiste en retirar una delgada capa de la piel, aquella donde se encuentran las impurezas o imperfecciones, así como las células muertas, permitiendo el crecimiento de células nuevas, así como la producción de colágeno. Este tratamiento es mucho menos agresivo que el peeling químico, incluso evita el tiempo de recuperación y permite volver a la rutina de una forma casi inmediata.
Es importante aclarar que la microdermoabrasión no perjudica la piel ni causa cicatrices o marcas, no distingue los tipos de piel, ni se especializa en uno solo, por lo tanto, es apto para todas aquellas personas que deseen cuidar un poco más la apariencia e higiene de su rostro.
Este procedimiento se realiza se realiza de la siguiente forma: se utiliza un instrumento delgado con diferentes cabezales, el cual se coloca sobre la piel, o bien, la epidermis, para lograr eliminar los daños e impurezas sobre la misma, causados por factores externos como el ambiente, el clima, el sol y la suciedad. Con este instrumento, se crean movimientos sobre el rostro, para así eliminar las células muertas sin dañar la piel.
Aunque existen diversos tipos de cabezales utilizados para la microdermoabrasión, la punta de diamante suele ser la favorita de los pacientes, pues además de eliminar las células muertas y puntos negros, genera una piel más luminosa y con menos imperfecciones.
De esta forma, podemos conseguir que nuestra piel luzca mucho más limpia, con mayor iluminación y sobre todo, sin incomodidades o la preocupación de: ¿Acaso mi piel está realmente limpia?
Así, la microdermoabrasión genera en el paciente una piel mucho más limpia, brillante, luminosa, con un rejuvenecimiento e higiene mucho más notable, de forma indolora. Generando mayor seguridad, autoestima y confianza en la persona. ¿Quién habría dicho que mantener la higiene facial al margen haría tal diferencia en nuestro día a día?
